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viernes, 25 de enero de 2019

POR EL MAR PACIFICO RUMBO A PUERTO MONTT...



El Volcán Corcovado desde el Chaiten



Nos despedimos de Chaiten, y descubrimos que el Volcán Corcovado estaba a tocar. El día anterior estuvimos paseando por la costanera, por el pueblo, vimos todo lo que se podía ver, el Volcán Chaiten con sus fumarolas, pero el Volcán Corcovado, repasando las fotos del día anterior, estaba totalmente cubierto de nubes y no era posible verlo. Al dirigirnos hacía la sede Naviera Austral para presentarnos al embarque, lo descubrimos. Era impactante, estaba allí, y era espectacular. 

En la sede de Naviera Austral, nos presentamos media hora antes del embarque, ya que desde allí nos recogían en autobús y nos llevaban directamente a pie de barco. Puntualmente el barco salió y pudimos contemplar la costa de Chaiten desde el mar, y el Volcán Corcovado se veía en la lejanía y nos acompañó durante más de la mitad del trayecto.




A la izquierda el Volcán Michinmahuida, y a derecha el Chalten
El viaje por mar, era muy placentero, estuvimos navegando siempre viendo en nuestro lateral frontal derecho en el sentido de la navegación, o la Cordillera de los Andes, y en la parte frontal izquierda las islas archipiélago que hay al sur de la Isla Grande de Chiloé. 

El barco hacia una escala en el Puerto de Caleta Ayacara, allí descendieron pasajeros y subieron otros.

Los paisajes vistos desde el mar, eran impresionantes. La tranquilidad de la travesía nos permitía incluso poder hacer la siesta en las cómodas butacas que el barco llevaba. Durante la travesia contemplamos al paso, los volcanes Chalten, el Michinmahuida, el Calbuco, el Osorno, el Yate, el Apagado y después de cinco horas navegando, todavía se contemplaba el majestuoso Corcovado.


Puerto Montt desde el mar
Cuando faltaban diez minutos para las ocho horas de la tarde, estábamos entrando en el canal que hay entre Puerto Montt y la pequeña Isla de Maillén, donde se encuentra el puerto industrial y de pasajeros de la ciudad. Esta zona es conocida como Ángel Moo, y allí hay gran cantidad de restaurantes típicos y la Feria de Artesanía y Mercado de la ciudad.  Vi que algo había cambiado, ya no estaba viendo un pueblo como hasta ahora, y ya me di cuenta que estaba llegando de nuevo a la civilización urbanita. Era una ciudad en toda regla. Había autobuses de línea normales, que los llaman colectivos, son como los conocemos nosotros aquí. Los taxis-buses, esto no es conocido en Europa, y son taxis que hacen el recorrido siempre fijo de un lugar a otro, y que llevan un letrero en el techo que indica su recorrido, y las personas los pueden parar alzando la mano siempre que haya una plaza libre dentro del coche, y tienen un precio fijo por recorrido. Y taxis normales que funcionan con taxímetro, o pactando el precio del recorrido antes si sabes lo que se puede pagar de antemano, sino lo sabes, mejor pedir el taxímetro.

La hamburguesería sin alcohol... 
Desembarcamos en el puerto, y nos pusieron un autocar para trasladarnos a la terminal de pasajeros, lugar donde teníamos que recoger el equipaje. Salimos a la ciudad con todo nuestro equipaje, y no tuvimos más remedio que coger un taxi hasta el Hostel que teníamos contratado para los dos próximos días.  

Nos instalamos y nos fuimos a dar una vuelta buscando un restaurante para poder cenar tranquilamente. Encontramos una hamburguesería, y sorpresa, pedimos cerveza y nos dijeron que ellos no estaban autorizados a vender alcohol. Una novedad que acabamos de descubrir, y que nos explicaron que si están a menos de 50 metros de una escuela, no se les concede la licencia para la venta de alcohol. Se ve que Chile es diferente...




Puerto Varas, recuerda un pueblo alemán...
Al día siguiente, salimos a la caza de un coche de alquiler, pues queríamos aprovechar los cuatro próximos días para hacer visitas alrededor de Puerto Montt y desplazarnos a visitar la Isla Grande de Chiloé. Encontramos un coche a precio razonable y rápidamente este mismo día nos desplazamos  a hacer la vuelta completa al lago Llanquihue, con lo que salimos dirección a Puerto Varas. 

Puerto Varas es un pueblo turístico a borde del lago, solo entrar nos dimos de frente con el Mirador, y desde este se podía contemplar el Volcán Osorno. Recuerda un pueblo alemán, pues antaño este pueblo fue colonizado en el año 1842 por alemanes que se instalaron en esta zona, y lleva la impronta alemana. 




Los Saltos del río Petrohue
Desde Puerto Varas, y siguiendo la carretera 225-H, nos dirigimos a visitar los Saltos del Río Petrohue, que están dentro del Parque Natural Vicente Perez Rosales.  Es una zona volcánica que se ha formado y por donde discurre el río, creando caprichosos saltos de agua, que se pueden recorrer a través de puentes o pasarelas, y a través de senderos. Empleamos unas tres horas en visitarlo, y al salir del Parque, nos dirigimos a conocer el pueblo de Petrohue que se encuentra situado al lado del Lago de Todos los Santos. La zona es volcánica, y que está totalmente colgada de ceniza volcánica a causa de la última erupción en 2015 del Volcán Calbuco, que arrojo 200 millones de toneladas de ceniza y piedras, y allí es bien palpable. El pueblo, no existe, pues solo encontramos un Hotel Lunge de alto standig, y un museo de la zona. La ceniza esta presente y cubre gran parte del paisaje, es increíble las montañas que hay de ceniza a los lados de la carretera y del lago...




En la estación de esquí del Volcán Osorno
De allí, nos dirigimos a subir a la estación de esquí que hay en la falda del Volcán Osorno, para así poderlo contemplar de cerca. Llegamos demasiado tarde, faltaban diez minutos para las seis de la tarde, y los telesillas que te subían a lo más alto de la estación los cerraban a esta hora. Las vistas desde ahí arriba eran espectaculares, el volcán a tocar con las manos, y a nuestros pies la inmensidad de agua del Lago Llanquihue.  Una vez terminado el pequeño "paseo", continuamos para bajar de nuevo a la carretera circular para ir a comer/cenar/merendar a Puerto Octay, otro pueblo de ascendencia alemana, pues aquí aún hoy se conservan casas originales construidas por los colonos alemanes en 1845. Una de estas casas la pudimos visitar por su interior, era nuestro restaurante. Nos comimos una cazuela de marisco, y unas empanadas caseras acompañadas de cerveza artesanal que no se la salta cualquiera. Con la tripa llena nos toco terminar la vuelta.



El Volcán Osorno con la puesta de sol

Y llegamos a Frutillar, otro pueblo turístico, que tiene un puerto deportivo para barcas a vela. Desde el Parque que estaba frente al lago, tuve la suerte de poder ver la puesta del sol, y pude tomar la imagen del Volcán Osorno en color naranja.

Y ya nos dirigimos de nuevo hasta nuevo Hostel en Puerto Montt, para preparar los equipajes, descansar y preparar la salida al día siguiente hacía la Isla Grande de Chiloé. Os lo contaré en otra crónica de mi viaje próximamente...


Continuará...