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lunes, 21 de enero de 2019

DE COYHAIQUE HACIA EL NORTE POR LA CARRETERA AUSTRAL NORTE...







Jose y Norberto en el bus, a punto de marcha
Nos habíamos tomado el día de descanso, pero al ir a comprar billetes de autobús para irnos hacía el norte por la Carretera Austral, nos dijeron que podíamos salir este mismo día a las 15:00 horas en dirección a Puyuhuapi, unos 270 Km al norte de Coyhaique, unas cuatro horas y media de viaje. 

El recorrido a esta hora por carretera y sin tener que estar pendiente del que conduce, es fantástico.  Los paisajes de la Patagonia chilena, no me cansaré de decirlo, son realmente excepcionales, para mi superan todo lo que yo conocía de otras partes. Realmente sentado en mi plaza del autobús, no sabía donde mirar y que fotografiar.  Las fotos que realice durante el trayecto, al ser hechas a través del cristal del vehículo, salen con reflejos y suciedad, pero no paraba de fotografiar y fotografiar. Tenéis en el archivo fotográfico del blog buena muestra de ello. 








Sin palabras
El chófer del bus viajaba con su familia, lo que hizo que tuviera que hacer una parada por sorpresa en un lugar llamado La Confluencia, pues su hijo tenía necesidad de utilizar los baños, y con esta escusa pudimos todos bajar a estirar las piernas. En este lugar se paran normalmente otros autobuses, con lo que a nuestra llegada había preparada la venta ambulante. Aquí en Chile, ahora que estamos más al norte, y no es tan exclusivo como la parte de la Patagonia sur, la gente se busca la vida, y te venden en la carretera, o cuando te paras con el coche cualquier cosa.  He visto hasta un señor vendiendo unas barbacoas solares a pie de carretera. Y las empanadas, las vendes en cualquier lugar. La gente  busca como ganarse la vida, pues a ellos también les resulta caro su país. En esta parada facultativa por necesidad del hijo del conductor, como no iba a ser menos, al bajar nos encontramos a unas señoras que nos vendieron por 1.000 PCL, lo que son 1,29 €, un kilo pesado de cerezas acabadas de coger del árbol, y que eran buenísimas. Casi en el trayecto entre foto y foto me las comí todas, y las que quedaron al día siguiente habían desaparecido. Que buenas que estaban...





Sin palabras, dos...
Al poco rato, 10 minutos aproximadamente, emprendimos de nuevo la ruta, Tanta belleza paisajista junta es difícil de retener en la memoria, suerte que tenemos las cámaras digitales que me graban los mejores momentos de este viaje irrepetible. Como os decía, el autobús seguía hacia Puyuhuapi, y lo que iba viendo me presagiaba un buen y ameno viaje. La película que pasaba por delante mio no me dejaba tiempo a distraerme. Es una maravilla¡¡








Sin palabras, tres...
Nos íbamos acercando al Parque Nacional Queulat, y los paisajes eran increíbles. El autobús hizo una parada en Puerto Cisnes, donde algunos pasajeros se apearon del mismo. Hasta este momento todo el viaje había transcurrido por una carretera asfaltada, normal como las conocemos nosotros, pero la Carretera Austral nº 7, no esta totalmente asfaltada. Ya os comente que cuando viajamos en nuestro coche de alquiler, la totalidad del recorrido efectuado durante cinco días, fue por carreteras de ripio. Solo unos kilómetros  antes de Coyhaique, la carretera esta asfaltada y saliendo de Coyhaique en dirección norte, lo esta también, salvo en algún pequeño tramo. A partir del cruce con  Puerto Cisnes la carretera se adentra en el Parque Nacional Queulat, que es de propiedad privada, pues el estado chileno se lo vendió a precio de saldo a un señor extranjero que no recuerdo su nombre, y que no permite que por sus tierras la carretera sea asfaltada. Esto es el comentario que me han hecho varias personas de estos lugares y que sufren el problema de la carretera para poderse desplazar. 






Llegando a Puyuhuapi después de pasar por el Queulat
Realmente el recorrido por dentro del Parque Nacional del Queulat es excepcional, no por sus vistas, que también, pero es realmente excepcional el poder conducir un autobús de pasajeros de las dimensiones del nuestro y que a cada curva tenga que hacer maniobras porque no gira, y todo el Parque es una curva constante. Es una "paella" detrás de otra "paella", vaya como la Rabassada de Barcelona, pero  mucho más bonito. La carretera a veces se estrecha tanto que no pasan dos coches a la vez, y en una de esas curvas, casi nos choca otro mini bus que venía embalado, y de sorpresa se encontró con el nuestro haciendo la maniobra para girar. Tardamos más de una hora, larga en hacer el recorrido de bajada, pues en dirección norte, en el Parque Nacional se baja, y yo me pregunto, como será la subida con unos de estos bichos? Yo no lo experimentaré, pues la entrada del Parque Nacional Queulat, está en la parte baja, junto al Fiordo Queulat,  que es donde también desemboca el Río Uspallante, y otros, pues de ríos y saltos de agua no faltan. La Carretera Austral nº 7, bordea todo el fiordo del Queulat, y el fiordo termina creando una bahía donde se encuentra Puyuhuapi. 





La playa que se forma en la Bahía de Puyuhuapi
Allí llegamos pasada buena tarde, pero todavía con sol. Fuimos a encontrar nuestro alojamiento que estaba a tocar de la parada del bus y del centro del pueblo, pues todo es centro, de lo pequeño que es el pueblo, y una vez aposentados en el Hospedaje Ventisquero, salimos a dar una vuelta y a tomar una cervecita. Paseando por el puerto, vimos una bella muchacha sola, sentada en un banco, y nuestro experto en estas lides, el Sr. Norberto, se acerco a ella a darle conversación, y encontramos a Pamela, una maestra chilena de pre-escolar, y psicóloga que viaja sola y quiere conocer el sur de país, que nos confeso que hay una gran cantidad de chilenos que jamás estarán aquí, porque todo vale el doble que en el norte. Nos hicimos unas graciosas fotos, pues ella nos pidió repetir unas que anteriormente le habían hecho y que no le gustaban en el panel de Puyuhuapi. No sería simpático el fotógrafo anterior, y por nos eso escogió a nosotros para dejar la instantánea para la posterioridad,  y terminamos los cuatro en el bar del pueblo tomando cerveza y  pisco saur, y comiendo hasta media noche, contándonos historias de la vida y experiencias de nuestro viaje y del suyo, y riéndonos a carcajada suelta. Quizá nos hicieron efecto las bebidas que tomamos, yo no me acuerdo...



Pamela y sus chicos...






Al día siguiente teníamos todos preparada una excursión de alto nivel, y había que ir a a dormir, pues nos esperaba la subida al Ventisquero Colgante del Parque Nacional Queulat, más de dos horas de dura subida para llegar al Mirador del Ventisquero, pero esto ya os lo contaré en otro rato.




Bienvenida a Puyuhuapi



Continuará...


Atardecer en Puyuhuapi